Tenían a 7 abuelos encerrados en un geriátrico clausurado

La Municipalidad y el Poder Judicial intervinieron este viernes ante un caso dramático en un geriátrico que pese a que había sido clausurado de manera definitiva a fines del año pasado, seguía teniendo actividad: había 7 abuelos que estaban encerrados en una habitación, donde además dormían también dos menores de edad.

Esa situación fue comprobada por funcionarios de la comuna y del Poder Judicial: bajo la lupa quedó Clyde Kloster, la propietaria del local que funcionaba como un geriátrico pero que fue formalmente cerrado ante la comprobación de varias y reiteradas anomalías.

La mayoría de los adultos mayores ya habían sido retirados de ese geriátrico el año pasado, pero sin embargo los familiares reincidieron y permitieron que quedaran alojados en el mismo lugar donde se habían comprobado las desatenciones y maltratos.

El geriátrico “San Cayetano”, que funcionaba en la calle Don Bosco al 70, había sido clausurado administrativamente a principios del año pasado. Como no se adecuó ni solucionó las irregularidades que se detectaron, el 10 de diciembre de 2014 se lo clausuró de manera definitiva.

Pero los vecinos advirtieron a las autoridades de la Municipalidad y de la Dirección de Adultos Mayores que se notaban movimientos como si la actividad no hubiera cesado.

Este viernes fueron notificados otra vez los familiares. Daniela Bejar, ingeniera, directora de Sanidad y Control de Actividades Económicas, confirmó en diálogo con El Diario que los adultos mayores estaban “encerrados en una habitación del fondo”. Los notó “alterados” y confirmó que una sicóloga pudo hablar con ellos. De acuerdo a lo que dijeron las autoridades municipales, se sospecha que la propietaria del lugar, en algunas jornadas, los trasladaba a una casa cercana cuando intuía que podía llegar algún control.

Bejar añadió que “uno de los abuelos, que ya estaba la otra vez que los sacamos, cuando se hizo la clausura, contó que en aquella ocasión lo dieron vuelta en un auto durante algunas horas y después lo volvieron a traer”.

La situación es de tal gravedad que obligó a la intervención del Poder Judicial: uno de los 7 adultos mayores que estaban encerrados sería el padre de la propietaria, dijeron las autoridades. Los dos menores serían hijos de la pareja de la dueña. La habitación, según pudo comprobar El Diario, tenía 6 metros por 8.

El mismo geriátrico ya había quedado en el centro de la escena el año pasado, como uno de los casos más problemáticos. Después de la clausura definitiva, la mujer que es propietaria una y otra vez quitaba las fajas de clausura. Esa situación derivó en el Poder Judicial porque el hecho “excedía a la Municipalidad”, dijo Bejar.

En aquella ocasión, cuando a la propietaria del lugar le preguntaron por las identidades de los adultos mayores alojados en ese sitio, dijo que no sabía quiénes eran, situación que como pone en juego la identidad podría derivar incluso en la Justicia Federal. La propietaria del geriátrico tampoco brindó el nombre de la abogada y dio números telefónicos falsos, por lo que se hizo la denuncia.

El año pasado El Diario informó sobre la situación de los geriátricos. Antes de fines de 2014, la Municipalidad concretó ocho clausuras definitivas. Todos habían sido advertidos de esa situación irregular, pero no hicieron nada para adecuarse a las leyes y ordenanzas vigentes.

Las anomalías en que incurren los geriátricos son diversas: desde cuestiones administrativas o legales, hasta arquitectónicas, pasando por situaciones de otro tipo, como maltratos y desidia respecto de los adultos mayores alojados en el lugar.

Estas últimas cuestiones también requieren de la intervención del Poder Judicial que, a su vez, es requerido para la realización de allanamientos en sitios que aunque funcionan como geriátricos, no están habilitados formalmente ni son parte del registro oficial, y que cuando son visitados por las autoridades se niegan a brindar información o facilitar el ingreso.

El Diario