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Macri y Cristina comienzan la transición

El presidente electo convocó a sus votantes a evitar revanchismos. La mandataria lo invitó a una primera reunión mañana en Olivos.

Macri

 

Mauricio Macri se consagró ayer nuevo presidente de la Argentina y quebró 12 años de gobierno kirchne­rista, en el balotaje en el que derrotó –aunque no por la di­ferencia que se pronosticaba– ?al candidato oficialista Daniel Scioli. De tal forma, la alianza Cambiemos, liderada por el PRO de Macri, manejará un triángulo de poder inédito: Nación, Capital Federal y provincia de Buenos Aires.

El triunfo del Jefe de Gobierno porteño –por tres puntos– fue reconocido por Scioli, quien pasadas las 21 lo llamó por teléfono y luego habló ante la prensa en su búnker. Tanto en el recinto, como en la Plaza de Mayo, donde se concentraron militantes kirchneristas, el clima era de decepción. Scioli reivindicó las conquistas del gobierno y se comprometió a defenderlas, pero también a colaborar con la futura gestión.

También la presidenta Cristina Fernández tuvo una reacción ante el triunfo de Macri. Lo llamó por teléfono para saludarlo y lo invitó a reunirse mañana a las 19 en la quinta de Olivos.

Eufórico, Macri apareció en público, en su búnker, alrededor de las 22 para coronar el festejo de sus dirigentes y militantes. Dedicó largos minutos para agradecer a todos los que posibilitaron su victoria, entre ellos a sus dos principales aliados, Ernesto Sanz (UCR) y Elisa Carrió (Coalición Cívica).

En un mensaje destinado a reivindicar la unión entre los argentinos, advirtió de antemano que el cambio que se propone llevar adelante será “sin revanchas, ni ajuste de cuentas” y enfatizó que su búsqueda de unidad será “para mejorar la calidad democrática”. Además, llamó a sumarse a quienes no lo votaron.

A sus militantes “que hicieron posible lo imposible” les pidió que “no lo abandonen”.

También se comprometió a establecer “buenas relaciones con todos los países del mundo”, con lo que marcó diferencias con la gestión kirchnerista que privilegió vínculos ideológicos con determinados países que comulgan su misma concepción política.

Macri había logrado atravesar en las elecciones del 25 de octubre la frontera del balotaje, el escenario más temido por las fuerzas de Scioli, con la certeza de que rompiendo ese dique la presidencia estaba al alcance de la mano.

El jefe de Gobierno porteño junto a Gabriela Michetti transitó una senda que lo tuvo, sumando los votos de su fuerza, con el 30,12 por ciento en las Paso, que elevó a 34,15 por ciento el 25 de octubre, cuando el segundo lugar fue leído como un triunfo político de Cambiemos, que sumaba otro hecho histó­rico: la llegada de María Eu­genia Vidal a la gobernación bonaerense.

La diferencia que no llegaba a tres puntos y la pérdida de la provincia de Buenos Aires dejó a Scioli, que se movió entre embates ajenos y propios, envuelto en la dinámica de la derrota.

Macri es el primer presidente argentino en 69 años que no proviene del peronismo, el radicalismo o militares surgidos de golpes de Estado y logró construir una fuerza a la que, en sus orígenes, se consignaba como un fenómeno porteño, sin trascendencia nacional. Ayer esa hipótesis quedó en el pasado y para eso fue clave, además, la política de alianzas.

El mandatario electo ratificó territorios ineludibles para cualquier posibilidad presidencial y se impuso en distritos claves como la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, San Luis y Santa Fe.

El triunfo en Córdoba fue vital para el resultado nacional: obtuvo 1.539.471 votos (71,51 por ciento) contra 613.360 (28,49) de Scioli.

Como contrapartida, Scioli ganó en 15 provincias, aunque ello no le resultó suficiente.

El voto en blanco al que convocó la Izquierda tuvo poca acogida, con sólo 1,19 por ciento.

La Voz

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