La Pampa

En Pico, construye una casa con alrededor de 12 mil botellas

“Esta casa no es como la pensaba, porque me la imaginaba totalmente de botellas, pero la idea fue mutando”, dijo Margarita Cervio cuando un periodista de La Reforma le preguntó por la idea que está llevando a ser realidad.


Es que ya hace varios años, ella se imaginó un lugar para vivir que fuera distinto a la gran mayoría de las casas que hay en Pico, pero que, además, tuviera la particularidad de haber sido construida con sus propias manos, y con la inestimable colaboración de su pequeño hijo, Jalil. Hoy esa idea ha tomado forma, y algunas de esas botellas que ella misma cortó, limpió y pegó, son parte de las paredes de algunas de las habitaciones.

Contó que “tengo una historia familiar muy linda, porque desde mis abuelos y hasta mi mamá, ellos levantaron sus casas y hasta fabricaron sus ladrillos, uno a uno. La vida me ha dado la oportunidad de hacer lo mismo y poder mostrárselo a mi hijo Jalil, en este caso, construyendo ladrillos muy particulares, porque son de botellas”.

Estimó que “vamos a usar alrededor de 12 mil botellas. El proceso consiste en sacar las etiquetas de cada botella, cortar la botella y las pego con tres vueltas de cinta, pero antes hay que lavarlas y secarlas. Esa parte del proceso es la más lenta”.

Margarita Cervio, quien es la responsable del área de Turismo de la Municipalidad de General Pico, acotó que “lo que se ve en la pared es la base de la botella, el resto queda dentro de la pared, digamos. Lo que hicimos, además, es dejar una gran cantidad de botellas sin cemento, para que ingrese claridad”.

“La historia comenzó hace muchos años, los primeros tiempos fueron muy difíciles porque no es fácil juntar botellas, igualmente creí que me iba a llevar mucho más tiempo, pero la gente de Pico se fue enterando que yo juntaba botellas para este fin y me las fueron acercando. Si hoy pasás por la casa donde estoy viviendo, vas a ver que mucha gente deja en la vereda las bolsitas con todas las botellas que juntaron y los vecinos también me las acercan. Por allí, en una semana junto alrededor de 400 botellas, gracias al aporte periódico de mucha gente y, la verdad que no me había imaginado nunca que llegaría a ese número. Hay gente que ni siquiera me conoce, pero que me guarda las botellas porque alguien le contó”, explicó.

Sostuvo además que “he generado un sistema de recolección bastante eficiente, no las puedo ir a buscar a todos lados porque el tiempo no me da; descargar una camioneta me puede llevar alrededor de 2 horas, por eso voy a buscar aquellas donde la gente me puede esperar con las botellas fuera de la casa”.

Por su parte, el arquitecto Martín Pereyra reconoció que “la historia es larga. Con Margarita nos juntamos una vez, ella me planteó su idea de hacer una casa de botellas y yo no tenía ninguna experiencia en ese sentido en cuanto a trabajar de ésta manera. Nos animamos y fuimos avanzando en la idea de la casa, pero también me pareció que más allá de ese sueño de la casa de botellas, ella necesitaba una casa donde vivir y estar con su hijo. Me pareció entonces que la manera era acotar la idea a una vivienda más tradicional, con ciertos toques de botellas”.

“Lo que hicimos fue dejar ciertos paños para rellenar con las botellas, pero la casa en si ya está techada y quedan los paños para las botellas. Como ventaja, en lo que tiene que ver con el medio ambiente tiene que ver con la reutilización de éstos materiales, los que probablemente se hubieran tirado, pero hoy se utilizan para hacer una pared. Aún no tenemos claro cuáles pueden ser las desventajas, hoy estamos completando las paredes de lo que es un galpón que estamos tomando de prueba para analizar lo que tiene que ver con la entrada de la luz, que puede ser excesiva, y hay que ver cómo funciona térmicamente”, añadió el profesional.

Al ser consultado sobre si técnicamente sería posible hacer toda la casa con botellas, Pereyra respondió que “técnicamente todo es posible, pero el tamaña de la casa que se proponía hacía que fuese muy arriesgado hacerla totalmente de botellas. Me parece que la botella no cumpliría con la función estructural que necesitamos, por lo tanto, hicimos una casa con columnas y vigas tradicionales y rellenar con botellas sólo los paños vacíos, que se podrían rellenar con ladrillos o cualquier otro elemento más tradicional”.

Margarita confió que “una vez vi una construcción que estaba hecha con un millón de botellas de cerveza, allí me di cuenta que lo que pensaba hacer con mi casa no era tan loco, sino que era posible. Me llevó tres años conseguir arquitecto, porque a algunos profesionales de Pico les planteé la idea y ellos no me comprendían, y se hacía difícil no manejar el mismo idioma, si siquiera el mismo nivel de entusiasmo”.

“Martín no ve problemas, ante cada una de mis ideas él no dice que no, sino que en todo caso se pone a buscar una solución técnica a cada una de mis locuras. Me parece que la mayoría de los arquitectos de Pico están muy acostumbrados a la construcción convencional, y acá hay que probar y eso lleva mucho más tiempo, sin dudas”, sostuvo.

Reconoció que “lo que había visto eran paredes con todos botellas iguales, todas del mismo color, era una belleza, pero juntar semejante cantidad de botellas, por eso tratamos de utilizar todo lo que viene. Además, estoy intentando hacer manchones con los colores para que se disimule mi falta de técnica, porque no solamente corto y armo el ladrillo, sino que mi última locura, en la cual Martín también me apoyó, fue pegar las botellas”.

Pereyra explicó que “en este tipo de construcción se trata que el dueño esté en la casa y que participe de la construcción. Si ella hubiera mandado a cortar las botellas, las hubiera pegado otra persona… no sería lo mismo”.

Manifestó además que “la casa tiene que ver con muchos conceptos de arquitectura bioclimática, en cuanto a las orientaciones de los dormitorios y del living. La casa fue pensada en base a la disposición del sol, contempla un estanque natural y Margarita tiene algunos animales particulares, que son parte de su vivir y también es necesario pensar en eso a la hora de diagramar, por ejemplo, la ubicación de los sensores de las alarmas. Hay muchas cuestiones de la arquitectura tradicional que deben ser adaptadas”.

“El agua caliente sanitaria se lograría con energía solar, ella nos ha planteado incorporar a la casa muchos conceptos sustentables y de a poco vamos avanzando. Por suerte hay cada vez más gente que va tomando conciencia de la necesidad de cuidar el agua potable y de la energía eléctrica”, añadió el arquitecto.

Sobre algunas características particulares, Margarita Cervio reveló que “me gusta mucho lo que es la cultura oriental, y originalmente había pensado en construir un techo chino, pero económicamente era inalcanzable para mí, por lo tanto, decidí agregarle un dragón chino en la parte de adelante, el que ya están construyendo en cuanto a su cabeza y yo compré un horno para fundir vidrio y hacer las escamas de ese dragón”.

Sobre el tiempo que le lleva cortar las botellas y procesarlas para transformarlas en ladrillos, Margarita Cervio expresó que “son muchas horas por día, pero tengo mucha constancia. Me propongo cada día cortar una determinada cantidad de botellas, y si no llego porque estoy cansada ese día, o porque estoy trabajando y no puedo, el fin de semana recupero. Hay domingos que me quedo hasta las cinco de la mañana cortando botellas y a las 8 estoy arriba para seguir con la tarea. A veces duermo tres o cuatro horas..

“Ahora estoy pegando botellas, salgo de trabajar 13.30, a lo sumo uno hora después ya estoy en la casa y trabajo mientras haya luz solar. Invierto mucho tiempo en esto, lo bueno es que Jalil me acompaña mucho y me ayuda mucho también”, enfatizó

En cuanto al modo en que se cortan las botellas, contó que “conseguí alguien que me fabricó una máquina que tiene una resistencia, se gira la botella por sobre la resistencia y luego se coloca un trapo mojado. Por shock térmico se corta sola; este es un sistema muy rápido, estamos tardando medio minuto por cada corte, pero con la máquina anterior tardaba siete minutos por botella. Parecía que no iba a terminar nunca”.

Recordó que “se necesitan 12 mil botellas sólo para la casa, y el dragón va a llevar algunas más. Además, mi sodero me regaló varios sifones de vidrio, pero esos no van a ir cortados, sino enteros y parados, para que se puedan apreciar correctamente”.

“Al ver una casa, uno tiene que ver a quien vive adentro. El primer proyecto que me hizo Martín era divino, una casa hermosa, pero yo le dije que no podía vivir allí, porque era normal… y somos bastante anormales. No me puedo imaginar una casa sin una escalera para subir al techo y ver las estrellas, es como que tengo necesidades que, por allí, otras personas no tienen, por eso la casa va a ser tan rara”, indicó.

Contó además que “la casa cuenta mi historia, dentro de una de las botellas hay un mensaje para Jalil y una moneda del año 2016, que fue el año donde comenzamos con la construcción. Además, en la entrada hay 14 metros de vereda hechos con mosaiquismo, que muestra el árbol genealógico de Jalil, con todos nuestros nombres y una mariposa al lado de cada uno. Con todo esto intento mostrar el amor hacia mi hijo y que cuando la herede, sepa lo que la madre creó para el”.

Margarita dijo por último que “no pienso en cuándo voy a terminarla. Estoy disfrutando del proceso, le dedico mucho tiempo y siempre está la limitante económica, pero terminar no es algo que me quite el sueño, ya que disfruto de cada uno de los pasos y de los logros que se van alcanzando. Igualmente, aunque despacio, trato de avanzar cada día algo”.

La Reforma

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