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La ‘T’ se llevó algo de más de barrio Talleres

En el fútbol gana aquel que mete la pelota en el arco de enfrente. Y en esa síntesis elemental, o básica, Talleres de Córdoba tuvo un momento de inspiración en la zona donde se “cocinan” los partidos. Así ganó. Se pueden dibujar los mejores garabatos sobre la gramilla, se puede establecer un liderazgo en la posesión del balón o del terreno, pero el gol es quien gobierna cuando lo que se busca es sumar. El equipo de Coleoni empleó a rajatabla esa regla. Más allá de que en la balanza de los merecimientos, Ferro de Pico no debería haber marchado con los bolsillos flacos. El reparto de “chirolas” era lo más ajustado a lo sucedido sobre el terreno.

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La mejor escena armada en el Coloso. Hacía un buen tiempo que las gradas no mostraban una masiva presencia. La expectativa despertada en la previa tenía su confirmación en las miles de personas rodeando el rectángulo, cantando, agitando los “trapos”. Con ese marco, los dos equipos postularon sus intenciones desde el vamos. De entrada nomás, Bovaglio le hizo sentir el rigor a Cocchi sobre un costado de la cancha. El alvearense acusó el golpe. La visita intentó adueñarse del mediocampo, y en ese arranque lo logró, a partir de la movilidad y ubicuidad de Beraldi (una de las figuras) y la marca de Schenone. El equipo cordobés cuenta con delanteros “picantes”, de esos que con espacios liquidan, de ahí que la defensa ferrocarrilera tomó nota, y controló la búsqueda, haciéndose fuerte por los callejones, donde Resch y Quiroz pusieron un candado a las aspiraciones del rival.

En ese transcurrir inicial, Talleres tuvo la pelota, y con envíos cruzados generó alguna que otra zozobra en el área de un seguro Alcaín. Ferro fue progresando con el tiempo. Cuando se acomodó mejor Bazán, la sociedad con Cocchi comenzó a tejer de otra manera, y así el dueño de casa planteó un ida y vuelta que se hizo intenso, soltándose Méndez para lanzar; Bugliotti no influyó demasiado, y arriba, Sepúlveda (estos son los partidos que le caen perfecto) y Blanco se las ingeniaron para discutir supremacías con los defensores “tallarines”.

Iban 18 minutos cuando Talleres arrimó con peligro. La asistencia para el ingreso de Martiñones, quien superó a su marcador, y punteó ante la salida de Alcaín; este alcanzó a rozar la pelota con la punta de sus dedos, encontrándose con el travesaño. El verdolaga se abrió la camisa, y lo buscó. Fue entonces cuando supo armar un par de situaciones netas. Como a los 25 minutos, después de que Blanco pivoteara de espaldas al arco, aguantando a dos defensores de Talleres, y bajando de cabeza un balón que calzó de lleno Sepúlveda, exigiendo a Costa. El arquero se tuvo que estirar contra su palo izquierdo para desviar al córner. De ese lanzamiento de esquina, surgió Lencina en plena área, colocando un cabezazo que tenía destino de red, pero Costa volvió a oponerse, con una notable respuesta. Antes del cierre de esa etapa, la polémica. Blanco fue a buscar un largo envío, y el claro “agarrón” de Bazzi, cortándole toda intención de progresar al delantero. ¡Penal! fue lo que se dejó escuchar. Era clara la acción. Pero el árbitro Espinoza, que dudó un instante mirando al asistente, dijo que no.

En el complemento, la película no se modificaría. La alternancia en la posesión de la pelota volvió a escribirse. Hubo, sí, un poco más de nervio, de enjundia. Un error de Paolucci en el minuto 2 casi le cuesta caro al local. Se la robó Alvarez (apareció en cuentagotas), encaró sobre el sector izquierdo y cuando remató, el defensor enmendó, cerrando justo. En el minuto 13, tras un tiro libre de Méndez y un corto despeje defensivo, Bazán, que se relamía en el medialuna del área, sacó un remate que marchó rozando el parante derecho. Talleres se encontró con el gol a los 33. Beraldi barrió para cortar la salida de Bazán, asistió al ingresado Marcos Godoy, y este, libre sobre la derecha, definió contra un palo. En los últimos intentos del verdolaga, Resch no pudo entrarle firme a una pelota que salió muy cerca del poste izquierdo. El equipo cordobés tuvo un golpe más efectivo. Entre dos equipos que mantuvieron la mecha encendida, Talleres explotó la pólvora. Demasiado premio.

La Reforma

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