La fiesta de la Selección terminó por la invasión de los hinchas
Lo
En la previa, no faltaron las chicanas entre hinchas brasileños y argentinos, cuando estos últimos gritaban «Argentina, Argentina» y los otros les respondían con abucheos. Pero, poco después de las 18, cuando asomó Messi en su buzo azul las diferencias se desvanecieron y entonces todos se unieron para vivar a La Pulga, presente en la mayoría de los carteles que llevaron los hinchas al estadio de Belo Horizonte, en el segundo entrenamiento del equipo de Sabella este miércoles, luego de que el matutino se realizara en el predio de Cidade do Galo.
Messi era la gran atracción pero no la única: luego de aclamar al crack del Barcelona, los gritos se trasladaron hacia Angel Di María, recientemente campeón de la Liga de Campeones con el Real Madrid, y Sergio Agüero, estrella del Manchester City.
Lo primero en la práctica fue un relajado «loco», para que la gente disfrutara de la habilidad de los jugadores argentinos. Luego, los futbolistas se dividieron en las cuatro canchitas de fútbol-tenis armadas en el estadio, donde Messi formó equipo con Di María y Fernando Gago, enfrentando uno conformado por Ezequiel Lavezzi, Lucas Biglia y el Kun Agüero.
Todo parecía una fiesta, hasta que sorpresivamente varias personas lograron burlar la seguridad y entrar a la cancha. Un brasileño, incluso, se acercó a Messi, lo abrazó, se persignó y le pidió el buzo azul, que se llevó de recuerdo mientras la seguridad privada intentaba sacarlo de la cancha. La escena se repitió con varios de los jugadores que se encaminaban hacia el vestuario, porque inmediatamente la orden fue desalojar el estadio ante el final abrupto de la práctica. Demasiado rápido, demasiado injusto para aquellos que hicieron largas filas ayer para obtener una entrada.
Clarín