Fotógrafos pampeanos: hoy, entrevista a Eduardo Perez
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Iniciando lo que va a ser una serie de entrevistas a fotógrafos pampeanos, el primero de la lista no podía ser otro más que el señor Eduardo Perez. Por cuestiones de tiempo, por no vivir en la misma localidad, no pudo ser personal, así que, teléfono de por medio, estuvimos hablando un buen rato. Después del primer minuto, parecía que nos conocíamos de toda la vida. Eduardo, con esa humildad que caracteriza a la gente que tiene algo que contar en la vida, accedió amablemente a hacer esta entrevista.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de las fotos?
R_ Para ubicarlos , nací en General Pico,vivo en Santa Rosa, lugar que hace 45 años me vio llegar y donde me inicié como fotograbador en el diario La Capital que ya no existe complementando con la de reportero gráfico, así estrene mi vocación por la fotografía y poco a poco me fui acercando a los foto club donde me dispuse a incursionar en lo artístico y desde aquellos tiempos hasta los días de hoy nunca deje de hacerlo En mi dilatada trayectoria hubo muchos premios, locales, nacionales e internacionales que afianzaron mi afición y me alentaron para seguir con lo que es mi pasión, la imagen. En el año 1972 se inauguró la TV en la provincia de La Pampa donde ingrese como fotógrafo y a poco andar me vi con una filmadora 16mm y la tarea de hacer notas para el noticiero diario, después vinieron los programas y el constante contacto con la imagen hasta el año 2003 que la jubilación me alejó del canal y del fotograma en movimiento. La adquisición de una PC me divorcio de lo analógico continuando en el campo digital hasta los días de hoy que con el CS6 (photoshop) me transporto y me ayuda a realizar mis sueños y fantasías.
En algún punto, por lo que he leído, puede decirse que fuiste un poco autodidacta?
R_ En mis comienzos recibí la ayuda de amigos dedicados a la fotografía a quienes no olvido por su generosidad y entrega para transmitir sus conocimientos. La lectura en libros y revistas especializadas me ayudaron a buscar los caminos del aprendizaje y los foto club aportaron lo suyo con cursos y charlas de la materia que me sirvieron para agregarlos a mi esfuerzo y deseos de aprender siempre un poco más, seguramente si entras a mi laboratorio y apagas la luz los fantasmitas te contarán unas historia de fórmulas, reveladores, diapositivas y bromuros que ahora descansan bien guardados y bien vencidos.
Conociendo tan bien el laboratorio, ¿cómo fue el paso a lo digital, a la nueva cámara, a los programas de edición?
Al abandonar las tinieblas del laboratorio y trasladarme al living de mi casa donde a plena luz puedo hacer lo mismo y más que lo que hacía en el laboratorio descubrí este modo maravillosa de estar a plena luz y me siento muy cómodo así. Mi primer cámara digital de 2,5 pix. que gané en un concurso fue el puntapié en el campo digital empecé a borronear y a mezclar imágenes y poco a poco se veían mejor y me animaba a más, por supuesto con las limitaciones del caso. Hoy cuento con más equipo y me animo un poco más a volar y a mostrar lo que hago, por ahí mezclo un chancho con un avión y eso es lo bueno hoy día estamos muy avanzados en programas para editar imágenes y estos ayudan a la realización.
Contame un poquito que fue “Las dos muertes de Bairoletto”.
En el año 2010 hice una muestra de fotos intervenidas que se llamó “Sin Límites” donde exhibí además seis fotos que sintéticamente contaban la búsqueda de la policía al tristemente célebre Juan Bautista Bairoletto, dos son de la muerte, una la del suicidio y la otra que la policía lo ultimó, PINKY PUMILLA lo describe así: CRONICA NEGRA El crepúsculo se resiste a abandonar su dominio en las vastedades de San Pedro del Atuel. Demora la luz, como la primavera, que llegará tarde para su ofrenda de retamas en estas postrimerías de 1941. Impulsados por un abanico de emociones los vecinos acuden al lugar para confirmar las noticias e inaugurar lamentaciones. Habrá abrazos para la mujer que protege con los brazos a sus dos capullos en una articulación que vencerá al siglo. Todos están, visibles o fuera de escena. Los chafes de las partidas perturbados por sus remordimientos, Julio Domínguez abriendo un rastro que nadie tapa. Hugo Chumbitatomando apuntes en un cuaderno azul. Todos…, menos Vicente Gascón, claro, cuya condena será morir de olvido. Por ahí anda Paeta, encapotado, sus ojos astillados por un odio que persevera. Y ese otro comisario de mirada extraviada, que acaso redima su apellido en las trovas herejes de su retoño: Bustriazo, el alucinado de las lunas. Aquí, extremando el detalle, se presiente la figura de Eduardo Pérez. Cámara en mano, avanza meticuloso en sus reconocimientos. No está mortificado por las sombras, que las torna en aliadas. Ha llegado para perpetuar los pormenores del miserere del adiós. A una ceremonia definitiva que pone cordura a las incertidumbres del prontuario, transformando a un tal Francisco Bravo en lo que es; Juan Bautista Bairoletto. Viene de otro tiempo. Embrujos de la llanura. Como cuando atravesó la niebla para adentrarse en las albricias de un ocaso en Chacharramendi. Explora e imagina. Guarda fidelidad a sus antecedentes documentales. A esos respetos formales que ahora le permiten estas trasgresiones de la mirada. Tan lícitas como sugerentes: porque él ya sabe lo que la crónica soslaya por cortedad o exceso de raciocinio, que acaso desconozca todavía en estas mocedades de siglo en el estremecido sur. Sabe Eduardo Pérez, confirmando las matrices de su arte, que en estas dilataciones de Carmensa donde la luz se resiste, no eterniza en sus imágenes la muerte de un hombre. Consagra, haciendo foco en el corazón, las interpretaciones fundantes del mito. Juan Carlos Pumilla Marzo 2010
Tengo idea de que recorriste bastante el oeste pampeano. ¿Para hacer fotos? ¿Por cuestiones de trabajo?
Desde el año 1972 que se inauguró Canal tres, los viajes al oeste se sucedieron con mucha frecuencia, las demandas del Noticiero o programas nos trasladaba al lugar, yo filmaba, pero la cámara fotográfica viajaba conmigo siempre, mis archivos lo atestiguan. En esos años la vida allí era muy dura y los habitantes sufrían las consecuencias, olvidados a la buena de Dios subsistían y padecían años de miseria.
A lo largo de tu carrera tuviste premios ¿Te interesan?
Los premios incentivan y son una consecuencia de la mirada de los jurados que a veces dejan afuera los que tendrían que estar adentro, uno siempre trabaja por un objetivo, nadie manda una obra a competir en un concurso por el solo hecho de mandarla, siempre está la expectativa y muchas veces nos quedamos con las manos vacías pero seguimos apostando y mejorando para sumar.
¿Qué fotos preferís hacer, qué fotos sentís que te identifican?
R_En los tiempos que corren, era digital, diría que la foto intervenida viene ganando en mi producción en los últimos años, tengo ya la manía de toquetear todo lo que se posa, photoshop mediante, creo que revelar a la luz lejos del cuarto oscuro es una gran ayuda para volar y dar rienda suelta a la imaginación y la liberación tan necesaria para un buen fin en la realización de las obras. Por mi estilo (salvando las distancias), el espejo fue Pedro Luis Raota un gran maestro con marca registrada, Sebastián Salgado un humanista brasilero muy preocupado por retratar las miserias del mundo y la creatividad de Raúl Villalba que transgredió e intervino la fotografía aún en tiempo analógico por supuesto para imprimir su sello, en mi modesta opinión el mejor de la era digital en Argentina que trascendiendo la frontera y sus obras son premiadas en el mundo.
Nota: terminamos la conversación prometiendo, en algún momento, un encuentro en persona. Me quedo con la sonrisa que te dibuja la buena gente cuando se va. En su discurso oral y fotográfico se trasluce que vive entre el mundo real y el otro, el que habitamos todos los que soñamos. Eduardo Perez… un hombre que todavía tiene la mirada de un niño.