“Encontré a mi mamá con vida y es un milagro”, dijo el nieto 119
diciembre 2, 2015
Mario Bravo se reunió por primera vez con su madre biológica en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo; es el sexto caso de este tipo
“Lo que pasó es muy feo, pero ya está.” Las palabras de Mario Bravo en la conferencia de prensa que brindó ayer junto a las Abuelas de Plaza de Mayo marcaron el fin de un proceso en el que no sólo se convirtió en el nieto recuperado número 119, sino que también pudo reencontrarse con su madre biológica, algo que hasta ahora se pudo llevar a cabo sólo en seis ocasiones.
“Tengo la suerte de haber encontrado a mi mamá con vida y eso es un milagro”, contó, emocionado. Estaba acompañado por integrantes de la asociación, entre los que estaba su presidenta, Estela de Carlotto, y otros representantes de organizaciones de derechos humanos. El encuentro se concretó ayer en la ciudad de Buenos Aires, tras la llegada de la madre de Bravo, que vive en Tucumán.
“Ves pasar una película de tu vida en blanco y negro. Hoy te tocó a vos. Y cuando te encontrás con tu mamá es emocionante. Pensás que también te buscaban, que le faltaste a esa familia durante todos esos años. Ahora hay que ser positivo y pensar para adelante”, agregó Bravo.
La asociación anunció anteayer que habían encontrado a un nuevo nieto, con la difusión de un comunicado en el que se convocaba a la conferencia de prensa de ayer.
Su mamá, Sara -desde la sede porteña de Abuelas dijeron a LA NACION que prefieren mantener en el anonimato su nombre completo, para resguardarla-, dio a luz a Mario en cautiverio entre mayo y junio de 1976, casi un año después de haber sido secuestrada.
Cautiverio
En julio de 1975, Sara volvía de trabajar de un hotel de San Miguel de Tucumán a su casa con sus dos hijas, que en ese entonces tenían uno y tres años. Esa noche, un auto la interceptó en la puerta de su casa, unos hombres la forzaron a subirse y, tras pasar por una comisaría y la jefatura de la policía de Tucumán, terminó en la cárcel de Villa Urquiza, donde permaneció durante todo su cautiverio.
Meses después, en noviembre de 1976, fue liberada en una zona poco transitada, desde donde caminó hasta el hospital más cercano que encontró. Allí estuvo internada durante un tiempo.
El nieto, en tanto, fue inscripto como nacido en 1977, en la provincia de Santa Fe. Se crió y vivió toda su vida en Las Rosas, una pequeña localidad de unos 15.000 habitantes, a poco más de 130 kilometros de Rosario. Se casó y tuvo tres hijos.
En febrero de este año Bravo se acercó a la filial de Abuelas de Rosario para iniciar el proceso para esclarecer su verdadera identidad. En ese momento fue derivado a la órbita de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), que desde 2006 ya estaba en contacto con su madre. En agosto se le tomó una muestra de sangre y en noviembre se supo que las pruebas de compatibilidad habían dado positivas con su madre.
A sus 38 años, el futuro de Bravo ahora depende sólo de él. Según comentaron a LA NACION desde Abuelas, el nieto todavía no explicó si ya tomó alguna decisión sobre como seguirá su vida de ahora en más, como si vivirá con su madre o no.
Aunque el nieto recuperado se reencontró con su madre por primera vez ayer, ya mantenía conversaciones telefónicas con ella desde hace unos días, indicaron desde la asociación. En una de esas charlas, Sara le contó a su hijo algunos detalles de todo lo que había atravesado durante la última dictadura militar.
“Siempre estuvo amenazada para que mantenga silencio sobre lo ocurrido”, contó Bravo, cuyos padres adoptivos ya fallecieron.
El nieto agregó que una vez que se enteró de que iba a conocer a su hijo, Sara “contaba los segundos” para verlo.
Como ocurre con cada uno de los nietos que fueron recuperados, la vida de Bravo cambió radicalmente. Sin embargo, el nieto confesó que todavía no lo pudo asimilar: “No sé si yo mismo tomé la magnitud de lo que significa todo esto”, dijo.