El excampeón argentino y sudamericano mediano jr. falleció en Buenos Aires a los 62 años después de padecer una cruel enfermedad. De peón de albañil a uno de los más grandes deportistas que dio la provincia.
Walter Desiderio Gómez murió el lunes, en Buenos Aires, a los 62 años. La Pampa se quedó sin una de sus perlas más preciosas. Sin uno de sus deportistas más brillantes, poseedor de un talento natural único, con el que llegó a ser representante olímpico en Berlín 72 en la categoría medio mediano liviano, la que marcó sus inicios.
Walter se fue el lunes. Lo esperaban Ademar Teves y Vicente Espinosa en su rincón, en algún lugar de la inmensidad. Había nacido en Bernasconi, al sur de la provincia. Llegó a Toay, con su familia y empezó como peón de albañil. Llegaba todos los días, en bicicleta y cuando la avenida Perón no tenía asfalto. Se encontraba con los Campanino y cuando El Zorro empezaba su carrera profesional, se pulía otra estrella.
Los Olímpicos del 72 (perdió en la segunda pelea) le marcaron una línea. Subió de categoría, se hizo welter junior y debutó como rentado con un KO2 sobre el sanluiseño Eugenio Lazzari, el 8 de agosto de 1973, en Santa Rosa.
Construyó una carrera de 13 victorias consecutivas, su posicionamiento en los escalafones internacionales crecía, hasta que el cordobés Ramón Enrique Pérez le puso las dos primeras manchas en la licencia. El 5-10-74 lo superó en el Luna Park, por puntos al cabo de diez asaltos, y para confirmar la victoria, lo noqueó en Santa Rosa, el 21-3-75.
Walter se recompuso con diez triunfos consecutivos y otra vez crecieron las esperanzas. Pero fue superado por Carlos María Giménez en Mar del Plata, en 1977.
Ya tenía un nombre y surgieron las chances. Después de perder con Patricio Díaz, tuvo la chance de ir por el argentino superwelter que había dejado vacante Manuel González. Venció a Juan Carlos Peralta el 16 de mayo de 1980 y el 15 de agosto de ese mismo año, derrotó al brasileño Joao Tavares por KO4 en San Nicolás de los Arroyos.
Sin tener la religiosidad de entrenar como debía, empezó a sentir los achaques en el tramo final de su carrera, con dolores en el hombro. Veloz, potente, pícaro y por sobre todas las cosas, con un coraje sellado en acero. No le importaba que, a pesar de su baja estatura, enfrentar a boxeadores más pesados y grandes.
Llegó a pelear en el Luna Park, en San Pablo y en el final de su carrera en Johanesburgo, Sudáfrica. El 23 de abril de 1983, cuando perdió por decisión dividida con Bester Bushy, se acabó su carrera profesional de 45 victorias, 8 derrotas y 2 empates para un total de 55 peleas. De la mano de Teves y Espinosa construyó su carrera en la provincia; Juan Carlos Pradeiro y Víctor Arnotein lo acompañaron en sus presentaciones afuera.
Ya retirado se radicó en Río Gallegos, trabajó con un gimnasio y siguió vinculado al deporte. Una enfermedad, cuando apenas tenía poco menos de 50 años, lo empezó a castigar como no lo había hecho nadie. Tuvo dos hijos, Natalia y Walter, y cuatro hermanos: Daniel, Raúl, Zulema (a quien visitaba en Toay) y Miguel.
El lunes en Buenos Aires no pudo con su pelea más dura. Como consuelo para los que lo quisieron y gritaron sus victorias y lloraron sus reveses, tendrá en la eternidad un lugar reservado como uno de los últimos genios que dio el boxeo de la provincia de La Pampa.
Lamentable esta perdida, de un hombre que con coraje y buen boxeo le dio prestigio a la provincia de LA PAMPA, fueron epocas que brillaron otros grandes boxeadores tambien pampeanos.
Lamentable esta perdida, de un hombre que con coraje y buen boxeo le dio prestigio a la provincia de LA PAMPA, fueron epocas que brillaron otros grandes boxeadores tambien pampeanos.